Unas 3.500 personas han participado hoy en una marcha de protesta con motivo de la inauguración en la ex capital alemana Bonn de una ronda negociadora internacional para elaborar una nueva convención sobre el cambio climático.
Los manifestantes deploraron en su protesta la falta de avances sustanciales en la lucha en defensa del medio ambiente e instaron a los delegados a la reunión a tomar decisiones profundas y no sólo de forma.
A la reunión de Bonn, de 12 días de duración, asisten alrededor de 3.000 participantes, incluyendo delegados gubernamentales, representantes de la industria y el sector empresarial, así como de organizaciones ambientales e institutos de investigación.
Tiene como objetivo avanzar en la elaboración de un acuerdo para la nueva Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático, que reemplace al Protocolo de Kyoto de protección del clima y cuya firma se espera para la cumbre de Copenhague de diciembre próximo.
En esta ronda negociadora de Bonn ha participado la Mesa Inter-Academias, que representa a las academias de las ciencias de numerosos países, incluidas las de Australia, Reino Unido, Francia, Japón y Estados Unidos. Recordó a los Gobiernos que participan en las negociaciones sobre el cambio climático que hagan lo posible para reducir los riesgos para los océanos.
Las excesivas emisiones de dióxido de carbono, están volviendo los mares y océanos más ácidos a un ritmo tal que podría poner en peligro todas las formas de vida, desde las almejas hasta los corales, y puede conducir a cambios en la composición química de los mares cuyos efectos serían "irreversibles" y durarían "miles de años", según la Mesa Inter-Academias.
"Para evitar un daño importante al ecosistema oceánico, se necesitaría una reducción profunda y rápida de las emisiones de dióxido de carbono en al menos un 50 por ciento (hasta los niveles de 1990) de aquí a 2050, y mucho más después de esa fecha", advirtieron las academias en un comunicado conjunto.
Según los académicos de las ciencias, el exceso del dióxido de carbono es absorbido por los océanos y amenaza la supervivencia de las criaturas que los pueblan.
Concretamente, afecta a la composición química del océano y ataca los "componentes básicos que necesitan muchos organismos marinos, como los corales y los mariscos, para producir sus armazones, caparazones y otras estructuras duras", se lee en el comunicado. Asimismo, unos niveles de acidificación de un 80 por ciento en el océano Ártico sserían corrosivos para las almejas, un animal vital para la cadena alimenticia, hacia 2060, advirtieron.
"Un arrecife coral sería disuelto en su totalidad" si los niveles atmosféricos de dióxido de carbono aumentaran hasta 550 partes por cada millón (ppm) desde las actuales 387 ppm, prosiguieron. Los corales son el hábitat de numerosas especies de peces. "Estos cambios en la composición química del océano serían irreversibles durante muchos miles de años y las consecuencias bioquímicas serían mucho más duraderas", agregaron.
El presidente de la Royal Society, la academia de las ciencias británica, Martin Rees, advirtió de que puede producirse una "catástrofe submarina". "Los efectos se sentirían en todo el mundo, amenazarían la seguridad alimentaria, reducirían la protección de las costas y perjudicarían a las economías locales menos preparadas para afrontarlo", declaró.
El comunicado también advierte que, de acuerdo con las estimaciones informáticas, si las actuales emisiones de dióxido de carbono continúan hasta 2050 "el océano sería más ácido que lo que ha sido en decenas de millones de años".
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