Tuesday, January 19, 2010

Posible eslabon perdido

Hace poco mas 80 años, el paleontólogo chino Pei Wenzhong desenterró en una cueva una calavera completa que causó una gran conmoción en todo el mundo. 





El cráneo pertenecía al que luego se conocería popularmente como «hombre de Pekín», el mayor descubrimiento de este tipo en la historia de Asia. Causó tanta admiración que incluso en su día se le consideró el eslabón perdido que justificaba la teoría de la evolución de Darwin... y se convirtió en una leyenda. Los últimos estudios elaborados por equipos chinos demuestran que el especimen (Homo erectus pekinensis) data de hace 780.000 años, 200.000 antes de lo que se creía en un principio.

El 2 de diciembre de 1929, en un yacimiento de la localidad de Zhoukoudian, a 48 kilómetros al sur de la capital china -hoy Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO-, Wenzhong encontró los restos del «homo erectus pekinensis». Los investigadores concluyeron que pertenecían a un hombre de mediana edad, de 150 centímetros de altura y características fisiológicas similares a las de un varón chino actual. El yacimiento ha proporcionado hasta el momento restos de cuarenta individuos diferentes, que han permitido a los investigadores deducir que este homo tenía un cráneo mucho más duro y grueso que el de los hombres actuales y medía desde 1,45 a 1,80 metros de altura. Su forma de caminar era muy similar a la nuestra y utilizaban herramientas de piedra.

La historia del primer hallazgo está mezclada con la fantasía y la cultura popular, ya que los primeros dientes del homínido los encontró un científico sueco en un mercado de Zhoukoudian, cuando los lugareños trataron de vendérselos asegurando que se trataba de dientes de dragón. El científico sospechó la importancia de los dientes y fue a partir de aquí que comenzaron las excavaciones en el yacimiento. Pero la polémica también se alarga en el tiempo, puesto que tres de los cinco fragmentos de huesos originales se perdieron
misteriosamente durante la guerra contra el invasor japonés (1937-1945) y aún se desconoce su paradero.
En 2005, el Gobierno chino lanzó sin éxito una campaña para su recuperación tanto en el interior del país como en Estados Unidos, donde se cree que los responsables de la excavación enviaron los huesos para evitar el expolio japonés. Para las autoridades chinas, el «hombre de Pekín» ha sido un tótem nacionalista. Durante mucho tiempo, han persistido en señalar que la población china actual es descendiente directa de este homínido y, por tanto, está claramente diferenciada del resto de la humanidad, una teoría que los científicos no comparten en absoluto.

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