Encontrar algo que respire más allá de la Tierra será el gran hito científico del futuro. Estos son los objetivos en la diana de la exploración espacial
La búsqueda de vida extraterrestre es uno de los principales objetivos de organizaciones científicas y agencias espaciales.
Confirmar que algo respira más allá de la Tierra, aunque se trate del microorganismo más simple, será, sin duda, uno de los grandes hitos científicos del futuro. La gran pregunta es por dónde empezar a buscar. Éstas son las principales dianas de los investigadores, lugares del Cosmos donde el comportamiento de sus compuestos químicos se ha revelado demasiado particular para ser tan sólo un mundo muerto ahora o en el pasado.
En Titán o las lunas Europa y Encélado, entre otros cuerpos celestes, los investigadores parecen haber encontrado las pistas más fiables, aunque es posible que en los próximos años, especialmente gracias a los avances en la búsqueda de planetas fuera de nuestro Sistema Solar, aparezcan nuevos prometedores lugares.
Ilustración artística del primer exoplaneta donde fue encontrada una molécula orgánica.
-Meteoritos: Los difusores de la vida
Un meteorito encontrado en la Antártida se hizo mundialmente famoso en 1996 cuando la NASA y la Casa Blanca hicieron público de forma conjunta un extraordinario descubrimiento. En la piedra, de 13.000 años de antigüedad y proveniente de Marte, aparecían posibles huellas de vida extraterrestre. El hallazgo del meteoro, conocido como Allen Hills 840001, suscitó entre los astrobiólogos un intenso debate que ha llegado hasta nuestras días sin una respuesta definitiva.
Si esto fuera cierto, sería una prueba excelente que confirmaría la teoría de la panspermia (literalmente, semillas en todas partes), la idea de que la vida llegó del espacio exterior en asteroides, cometas y meteoros y los planetas pudieron compartirla. Una vida de este tipo se refiere a bacterias o formas parecidas capaces de resistir los ambientes más extremos
-Marte: Una misión en busca de fósiles
Marte, nuestra próxima frontera, ha sido un objetivo largamente perseguido por los cazadores de vida extraterrestre, especialmente desde el descubrimiento de agua helada en su superficie por la Phoenix Mars Landers en 2008. Otro importante elemento para la vida fue encontrado el año siguiente: científicos de la NASA hallaron metano en la atmósfera del planeta. Además, existen evidencias del pasado cálido y húmedo del Planeta Rojo.
La NASA estudia seriamente la posibilidad de enviar un robot a Marte para recolectar muestras del suelo que luego otra nave traería de vuelta. «Estas muestras podrían revelar formas de vida que han existido o que existen actualmente» en el Planeta rojo, explicaba en su día Steve Squyres, científico planetario de la Universidad de Cornell en Nueva York y presidente de un comité de la Academia Americana de las Ciencias, encargada de formular recomendaciones para la NASA. La diana donde aterrizaría esta nave son los vastos campos de yeso que cubren gran parte de la superficie del planeta, donde quizás puedan aparecer fósiles de organismos vivos, como se han preservado en el Mediterráneo.
Otro de los objetivos de la misión a Marte es la búsqueda del origen de ese misterioso metano en su atmósfera, que algunos apuntan puede ser orgánico. Por ejemplo, bacterias que se encuentren muy por debajo de la superficie.
-Europa: ¿Un mar para albergar a todos los peces terrestres?
Europa se ha convertido en uno de los lugares más prometedores a la hora de buscar vida más allá de la frontera de nuestra atmósfera. El gran océano subterráneo que se cree existe en la luna de Júpiter, tan grande que encierra el doble de agua que todos los mares y océanos de la Tierra, podría contener cien veces más oxígeno de lo que se estimaba hasta ahora, según una investigación realizada en 2009 por Richard Geenberg, de la Universidad de Arizona. Se trata de una cantidad muy rica, más que suficiente para albergar vida. Y no sólo microorganismos, sino una «macrofauna» tan grande como todos los peces terrestres.
-Calisto: Pruebas de un océano líquido
Los científicos de la NASA habían declarado a Calisto «una luna muerta y aburrida» hasta el descubrimiento de un posible océano salado bajo su superficie. La nave espacial Galileo de la NASA voló sobre la superficie de la segunda mayor luna de Júpiter en 1996 y 1997 y encontró que el campo magnético de Calisto había variado, lo que indicaba la existencia de corrientes.
En 2001, Galileo detectó que un asteroide había impactado contra este mundo, formando el cráter Valhalla. Generalmente, un impacto de este tipo causaría intensas ondas de choque que atravesaría el cuerpo planetario, pero Galileo no encontró ninguna prueba de este fenómeno, por lo que los investigadores creen que un océano líquido pudo haber suavizado el golpe. De igual forma, no descartan la existencia de una vida compleja.
-Titán: Alguien respira su hidrógeno
Dos nuevos estudios sobre la compleja actividad química que tiene lugar sobre la superficie de Titán han sorprendido a la comunidad científica, ya que pueden constituir la prueba de que en esa luna de Saturno existe, en estos momentos, alguna forma de vida basada en el metano. La primera investigación muestra que el hidrógeno que fluye en abundancia en la atmósfera del planeta desaparece casi por completo cuando llega a la superficie, lo que apunta a la inquietante posibilidad de que esté siendo "respirado" por criaturas vivientes. El segundo, publicado en el «Journal of Geophysical Research», es un detallado «mapa» de los hidrocarburos presentes en la superficie de Titán.
Falta el acetileno, un gas que casualmente está considerado como la mejor fuente de alimento y energía para una hipotética forma de vida basada en el metano. Si estos indicios confirman la presencia de vida, será doblemente excitante, ya que sería una forma nueva de vida, independiente de la basada en el agua que existe en la Terra, y que podría sustentarse en el metano.
-Encélado: El gran géiser
Los datos enviados por la nave Cassini de la NASA a su paso por Saturno en el año 2005 permitían suponer la existencia de agua en estado líquido a poca profundidad bajo la superficie helada de Encélado, satélite natural de Saturno. La suposición se confirmó tres años después en un informe publicado en la revista Nature. El pasado enero, la Cassini volvió a acertar. Encontraba la prueba definitiva de que, efectivamente, existe una gran cantidad de agua en estado líquido en las entrañas esta luna. Y no sólo eso, sino también hidrocarburos, carbono y todos los ingredientes necesarios para la existencia de vida.
Los datos de la Cassini han revelado, de hecho, iones de agua negativos en la atmósfera, lanzados por los grandes géiseres que caracterizan a esta luna, lo que confirma la presencia de caudalosas masas de agua subterránea. Aquí, en la Tierra, los iones negativos de agua están presentes en aquellos lugares en los que el líquido elemento está en movimiento, como en las cataratas o en las olas del mar al romper. Iones negativos de agua también han sido encontrados en Titán (otra de las lunas de Saturno) y en varios cometas.
-Exoplanetas: Cada año aparecen docenas
Un exoplaneta es un cuerpo planetario que se sitúa fuera de nuestro Sistema Solar y orbita otra estrella distinta al Sol. Sólo llevamos explorando estos mundos lejanos durante una década (el primero, HD 209458, fue descubierto en 1999), pero docenas de estos mundos aparecen cada año, y algunos llevan consigo grandes sorpresas. HD 209458b, por ejemplo, ha mostrado señales de una atmósfera compuesta por agua, metano y diócido de carbono, todos ingredientes claves para la vida.
-Nebulosa de Orión: agua y monóxido de carbono
El pasado mes de mayo, el telescopio espacial Herschel de la Agencia Espacial Europea (ESA) anunciaba el hallazgo de productos químicos orgánicos, señales de vida, en la nebulosa de Orión, situada a unos 1.500 años luz de la Tierra. Los datos recogidos por el observatorio mostraban el patrón de picos de varias moléculas que sostienen la vida: agua, monóxido de carbono, metanol, ácido cianhídrico, óxido de azufre y dióxido de azufre, entre otros.
-Un gigante rojo moribundo: el desfibrilador cósmico
Un equipo internacional de astrónomos descubrió en 2005 que las estrellas gigantes rojas moribundas podría actuar como un desfibrilador y traer a la vida a planetas congelados. Este renacimiento podría establecer las bases para el surgimiento de la vida. La Tierra es un lugar habitable por muchas razones, pero una de ellas es su localización. Estamos en un área donde el Sol nos permite una buena temperatura. Demasiado cerca, y el agua de nuestro planeta se evaporaría. Demasiado lejos, y nos convertiríamos en un gran cubo de hielo.
Cuando una estrella muere, en su fase de gigante rojo, aumenta su tamaño y brillo rápidamente, y explota en una oleada de radiación solar. Si los rayos de la estrella moribunda llegan hasta una luna o exoplaneta helados, este mundo puede derretirse y aparecer el agua líquida, preparando el escenario para la vida.
-Io: la nueva candidata
Io, luna de Júpiter, no ha sido nunca un gran objetivo en la búsqueda de vida fuera de la Tierra y se ha despreciado frente a las grandes posibilidades de su hermana Europa, pero algunos científicos han comenzado a incluirla en la lista de posibles lugares habitables. Es el cuerpo con mayor actividad volcánica del Sistema Solar. En él no se han detectado moléculas orgánicas y cuenta con una atmósfera extremadamente fina, desprovista de vapor de agua detectable. Sin embargo, investigadores de la Universidad Estatal de Washington creen que pudo haber sido un hábitat más amable en el pasado y que hay una oportunidad de que alguna intrigante forma de vida haya sobrevivido hasta la actualidad.
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