Tulum, QR, 4 de agosto. Robbie Schmittner y Stephen Bogaerts lograron el 23 de enero de 2007 conectar el sistema Aktun y el Nohoch Nah Chiich, con lo cual demostraron que en la península de Yucatán, muy cerca de la zona arqueológica de Tulum, corre el río subterráneo más grande del mundo. Meses después otros buzos, entre ellos un equipo alemán, se internó en ese monstruo de 153 kilómetros de largo y descubrieron algo más: una porción, aunque pequeña, está contaminada con desechos orgánicos, particularmente excremento humano.
Para todos, especialistas y medios de comunicación, ha sido más gráfico denominar al acuífero “río subterráneo”. En realidad, dice la bióloga Estela Bolaños, residente en Tulum desde hace nueve años y maestra en ciencias por la Universidad Nacional Autónoma de México, lo que hay bajo este suelo es un sistema de cuevas que durante una de las últimas etapas de formación de la Tierra (después de la caída del meteorito que impacto en la península de Yucatán) se hundió y quedó por abajo del nivel del mar. Por ello el sistema se alimenta de agua salada, que se filtra desde la costa por las oquedades, y dulce, que se trasmina de la lluvia.
Este suelo, que en términos geológicos es mucho más joven que el resto del territorio continental de México, es de roca kárstica, que se caracteriza por su alta permeabilidad. La revista Arqueología Mexicana, de enero de 2007, dedicó sus páginas a los cenotes en el área maya. Para lo anterior convocó a un grupo de especialistas nacionales y extranjeros que abordaron el tema desde distintas perspectivas. En el artículo Los cenotes de la península de Yucatán, los especialistas explicaron así la composición de los llamados ríos subterráneos:
“El agua de lluvia se infiltra y acumula en el subsuelo, formando una lente de agua dulce delgada que flota sobre una masa de agua salina, más densa, cuyo origen es la intrusión marina natural. El contacto entre ambas masas de agua, dulce y marina, forma una zona de mezcla o haloclina que en conjunto conforma un componente geológico importante del acuífero. La lente de agua dulce constituye la única fuente de ese tipo en la península de Yucatán, desde tiempos prehistóricos, renovable solamente por la lluvia estacional.
“Este acuífero es, por sus características, intrínsicamente vulnerable a la contaminación. La masa de agua marina ingresa por la costa a la península y llega hasta 110 kilómetros tierra adentro en el estado de Yucatán.”
Esta composición del suelo, dice la bióloga Bolaños, explica por qué empieza ya a acumularse la materia orgánica en el techo de las cavernas inundadas de agua dulce y salada que forman el subsuelo de Tulum, y por qué será devastador en términos ambientales el proyecto que impulsan los gobiernos federal y estatal para hacer de este destino un polo de desarrollo al estilo de Cancún o Playa del Carmen.
“No nos negamos al desarrollo, el pueblo lo está solicitando porque hay demanda de empleo, pero la ciencia también provee modelos para determinar la carga de turismo que cada región soporta”, apunta Estela Bolaños, cuyas explicaciones sobre el impacto que un desarrollo no controlado de la industria turística tendría circulan ya en You Tube, en un video auspiciado por pequeños hoteleros y grupos ecologistas de Tulum. Ahí también hay imágenes tomadas por los buzos que descubrieron la materia fecal.
El presidente del concejo municipal de Tulum, Víctor Maas Tah, dice que el dowtown es un proyecto que ha acreditado la documentación correspondiente; por ello él participó el martes 15 de julio en el banderazo de inicio de las obras. “Habrá áreas comerciales y viviendas con un máximo de dos pisos; será un lugar muy exclusivo, así que la densidad de población máxima no superará l15 habitaciones por hectárea. De momento no se contempla construir el campo de golf”
“La Riviera Maya ha sido un éxito y Tulum es parte de eso”, apunta Maas Tah. Pronto tendrán su propio aeropuerto –para ya no depender del de Cancún, que se ubica a 100 kilómetros– y la proyección es, dice el funcionario del recién creado municipio, que este pueblo de 32 mil habitantes crezca de tal manera, alrededor de los servicios turísticos, que llegue a poco más de 250 mil habitantes en un lapso no mayor a 10 años.
“El centro urbano, sin drenaje”
El problema dice, es que el centro urbano no cuenta con drenaje y la porosidad del terreno hace que todo se filtre; “es un tema urgente porque hay un porcentaje, mínimo, un 2 o 3 por ciento del río subterráneo, en ciertas zonas del casco urbano”. que está contaminado. Reconoce que se trata de excremento humano, pero “estamos en un momento muy oportuno para detenerlo y buscar soluciones”.
El dowtown tendrá su propio drenaje, dice –según la manifestación de impacto ambiental se conectará al del municipio, que no existe–, además de una serie de plantas de tratamiento de agua, y “a ellos (los desarrolladores) les interesa que se haga porque se podrán interconectar al del municipio”.
La migración y el crecimiento acelerado a raíz de los nuevos proyectos “es parte de la problemática social que debemos prever. Es un asunto difícil. Ojalá haya una planeación integral.
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