Los mayores productores del mundo de biocombustibles, en conjunto elaboran más del 70%, firmaron hoy un acuerdo de cooperación para producir etanol. Buscan reforzar su presencia en un mercado que quitará terreno a los derivados del petróleo y reducir así la dependencia con otros países.
El presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, y su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, firmaron hoy un pacto de cooperación tecnológica para la producción del combustible vegetal etanol, con el fin de reducir la dependencia del petróleo. Así, ambos países avanzan de la mano en lo que llaman la “revolución energética”, y buscan hacerse fuertes en un mercado en el que los grandes inversores del mundo buscan abrirse paso para no perderse este negocio multimillonario.
En una declaración conjunta en Guarulhos, un centro de transporte de combustible en las afueras de San Pablo, ambos mandatarios afirmaron que el acuerdo es “ambicioso” y contribuirá a “descontaminar” la tierra.
Mientras algunos medios proclaman esta alianza estratégica como el punto de partida de la “OPEP del etanol” -la versión alternativa del conglomerado de países que manejan el mercado del crudo-, y mientras los funcionarios de ambos países intentan minimizar categorizaciones de este tipo, la Argentina permanece al margen de la negociación que definirá parte del futuro de un mercado que promete generar inversiones en todo el continente por u$s100.000 millones sólo en los próximos cinco años.
Desde comienzos de este año, el Departamento de Estado norteamericano envió a Brasil en varias oportunidades al subsecretario de Asuntos Políticos, Nicholas Burns, y al secretario adjunto de los Asuntos del Hemisferio Occidental, Thomas Shannon, para analizar la cooperación sobre etanol y bioenergía entre ambos países. Y, a finales de este mes, Lula da Silva, realizará una vista de Estado al país del norte.
La semana pasada, tanto Brasil como los Estados Unidos participaron en el Foro Internacional de Biocombustibles, una iniciativa para estandarizar la industria, abrir mercados y explorar otras oportunidades de desarrollo.
También la semana anterior, Burns había definido como relación privilegiada la que existe entre Brasil y los Estados Unidos, argumentando que se busca una alianza energética para crear un mercado americano de etanol que asegure el suministro del carburante a los Estados Unidos, así como las exportaciones brasileñas de este producto.
De esta manera, Brasilia y Washington quieren sumar fuerzas para fomentar la producción de biocombustibles, especialmente en Centroamérica, a través de inversionistas privados.
Mercado en alza
Los Estados Unidos y Brasil son los dos mayores productores mundiales de etanol, una alternativa a la gasolina que los estadounidenses elaboran a partir del maíz, y los brasileños de la caña de azúcar.
Según manifestó el propio Bush, su objetivo es reducir en un 20% el consumo de gasolina en los Estados Unidos en los próximos diez años y sustituirla por etanol y otros biocombustibles, lo que requería producir 105 millones de toneladas por año para el 2017. También pidió por una expansión de la perforación doméstica para el petróleo y el gas natural y duplicar de la Reserva Estratégica de Petróleo.
Hoy el mundo consume 50.000 millones de litros de etanol al año. Es decir, Estados Unidos pretende consumir tres veces más que el consumo mundial actual, pero no tiene condiciones de producir toda esa cantidad por sí mismo.
Por su parte, Red Cavaney, presidente del Instituto de Petróleo Americano (API, por sus siglas en ingles), grupo industrial que representa a compañías como ConocoPhillips, ExxonMobil y Anadarko Petroleum, cree que “el defecto del plan del Presidente de su país es que está demasiado confiado en la producción de etanol de celulosa después de 2012”. Y en la actualidad, la tecnología para producir este tipo de biocombustible en esa escala no es tan simple de que exista.
“Para obtener esas grandes cifras, hay que contar con producción de etanol de celulosa”, afirmó Cavaney. Este tipo de biocombustible se obtiene con desechos, madera, plantas y otros productos. “Hoy no hay en el mundo nadie que tenga una planta para producir etanol de celulosa”, agregó Cavaney.
No obstante, expertos señalan que la industria del petróleo podría tener posibilidades con este objetivo planteado por Bush para incrementar sus estándares de energía renovable.
Cavaney también manifestó que el 60% del petróleo norteamericano necesitará ser importado para 2030, aún con la diversificación propuesta. “Los Estados Unidos deben hacer todo lo que sea posible para poder acceder a diversos recursos alrededor del mundo. La independencia energética debería tener todas las posibilidades con este objetivo”, señaló.
Después de todo, según publica la revista Forbes, los Estados Unidos es el mayor productor de etanol a nivel mundial. De acuerdo con la Asociación de Combustibles Renovables (RFA, por sus siglas en inglés), el grupo industrial que representa a los productores de etanol, hay actualmente 114 biorrefinerias operando, y 78 en construcción.
Hoy, los Estados Unidos tiene la capacidad para producir 16,8 millones toneladas de energía renovable anualmente, una cifra que se incrementó cerca del 500% desde 2001. Al mismo tiempo, las importaciones de este biocombustible han trepado de 136.500 toneladas en 2002 a casi 2 millones de toneladas en 2006, una cifra asombrosa pero que no parece disuadir la producción de etanol en el país del norte.
En tanto, la producción de etanol de celulosa permanece aún en su infancia porque el producto no está permitido comercialmente. Sin embargo, la demanda de etanol basado en maíz es un boom. Así, los precios del este cereal se han duplicado en comparación a los últimos meses, y algunos grupos expresaron su convencimiento de que la demanda de maíz para producir etanol pondrá en riesgo la producción de ese grano para la provisión de alimentos.
De hecho, un acuerdo entre los Estados Unidos y otro país –en este caso Brasil- para producir etanol conjuntamente, o para importarlo, aliviaría la demanda mundial de maíz y los precios bajarían. Si bien esto no sería beneficioso para los granjeros y productores de maíz norteamericanos, bajaría los precios de otros sectores de la economía, disminuyendo así la carga sobre los consumidores.
En el caso de Brasil, según datos de su Ministerio de Ciencia y Tecnología, el país vecino exporta 3.000 millones de litros de etanol, pero prevé una exportación de 200.000 millones de litros hasta el año 2025, que puede sustituir el 10% del consumo mundial de gasolina actual. Para este objetivo, los productores brasileños ya decidieron invertir 15.000 millones de dólares en los próximos cinco años.
Sin embargo, dado que la demanda crecerá en todo el mundo, tanto los Estados Unidos como Brasil deben promover el etanol y el biodiesel en toda Latinoamérica, especialmente en los lugares ricos de recursos de caña de azúcar como Centroamérica, el Caribe, Perú y Colombia. Con ese objetivo, los dos países podrían crear una empresa conjunta ligada al etanol en un país caribeño; Brasil como productor y los Estados Unidos como inversionista.
Brasil, en tanto, espera que Washington reduzca el arancel de u$s0,54 por 3,75 litros que grava la importación de etanol brasileño para proteger a los productores de maíz estadounidense, además de una tasa del 2,5%. Sin embargo, según adelantaron los funcionarios norteamericanos, este punto tampoco estará en la discusión, de acuerdo con el informe publicado por el diario de negocios Valor Económico. “No es posible que Brasil no defienda el derecho de vender el etanol nacional, que es el más competitivo”, dijo la jefa de Gabinete de Brasil, Dilma Rousseff.
Latinoamérica como productora
El etanol producido en Brasil a partir de la caña de azúcar es casi tres veces más eficiente energéticamente y su costo de producción es casi un tercio del que se produce en Estados Unidos a partir del maíz. Así, según las autoridades brasileñas, 40% del combustible que utilizan los autos del país es etanol
Los biocombustibles son vistos por los analistas como una forma con la que Estados Unidos pretende enfrentar a la Venezuela de Hugo Chávez, que con sus petrodólares busca liderar Latinoamérica. Además, con los biocombustibles Bush buscaría acallar a los que le achacan poco interés en reducir los gases causantes del efecto invernadero.
Brasil no es el único país en el continente que promete avances en la producción de etanol. Colombia, por su parte, en la actualidad cuenta con cinco destilerías en sus plantaciones azucareras en el Valle del Cauca, donde se producen 360 millones de litros anuales. Y, en este momento, hay dos más en construcción. Estos productores tienen un mercado garantizado, desde que las regulaciones obligaron a abastecer de combustible a los mercados con una mezcla de etanol dentro del petróleo. Para 2009 la mezcla requerida será 10% de etanol y subirá después gradualmente a 25%.
Sin embargo, diversos organismos ambientalistas, entre ellos las Naciones Unidas (ONU), advierten que la deforestación de zonas boscosas para dedicarlas al cultivo de caña para producir etanol puede ser todavía más dañino para el ambiente que el uso mismo de ese combustible, mucho más limpio que los generados a partir del petróleo.
Además, el interés en el etanol ha generado temores de amenaza a la seguridad alimentaria, puesto que los productores de maíz y otras leguminosas preferirían destinar sus cosechas a producir etanol, en lugar de venderlas para consumo humano.
En esta línea, un nuevo estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología del medio ambiente de la Universidad de Barcelona afirma que el uso de biocombustibles conlleva un impacto negativo tanto económico, social, como medioambiental.
“El principal argumento a favor de los biocombustibles es que ayudarán a reducir la concentración de gases del efecto invernadero en la atmósfera”, dijo a BBC Ciencia Saniela Russi, quien llevó a cabo la investigación.
Sin embargo, tal como señala Russi, “un análisis más detallado del ciclo de vida del biodiesel revela que el ahorro de energía y de CO2 no es tan alto como se piensa, e incluso podría ser negativo”.
Así, la materia prima que se utiliza en la producción de biocombustibles se obtiene mediante agricultura intensiva. “Este sistema implica un alto uso de fertilizantes, pesticidas y maquinaria, ya que con métodos agrícolas, la producción sería mucho menor y los requerimientos de tierra y costos serían mucho más altos”, afirma Russi.
Participantes
La Corporación Financiera Internacional (CFI) anunció hoy que contribuirá con 35 millones de dólares a la construcción del ingenio de Vale do Parana para la producción de etanol derivado de la caña de azúcar.
La planta está ubicada en Suzanopolis, en el estado brasileño de Sao Paulo, y su construcción total tendrá un costo de 103 millones de dólares, dijo la CFI en un comunicado, la cual añadió que Vale do Parana empleará la tecnología más avanzada. La planta producirá 90.000 metros cúbicos de etanol y 141.000 metros de azúcar al año.
Lula aseguró hoy que el acuerdo permitirá desarrollar tecnología de manera que se pueda obtener etanol “sin afectar al suministro de alimentos o sin dañar a los bosques tropicales” y Bush afirmó que ” el acuerdo permitirá diversificar el suministro de combustible. Cuando se es dependiente del petróleo, tienes un problema de seguridad nacional, esto quiere decir que dependes de las decisiones de otros países”.
El acuerdo permitirá así la coordinación de Brasil y los Estados Unidos para establecer estándares internacionales para los biocombustibles, de modo que puedan comercializarse en los mercados internacionales. Ambos países fomentarán también la producción de este combustible en países de Centroamérica y el Caribe, para responder a la creciente demanda mundial de esta fuente de energía alternativa al petróleo.
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