Tuesday, August 25, 2009

La basura espacial

basura espacial

 

 

Ahora, y gracias al uso de un auténtico arsenal de radares con base en tierra y telescopios ópticos, la NASA Orbital Debris Program Office ha determinado que sobre nuestras cabezas flotan unos 19.000 objetos de más de diez cm de diámetro, que existe otro medio millón de ellos que miden entre uno y diez centímetros, y que el número de partículas y fragmentos menores de un cm se puede contar por decenas de millones.
Los expertos, además, estiman que el peso total de la basura que hay en órbitas bajas de la Tierra ronda los dos millones de kilogramos y que cada una de esas piezas de chatarra vagabunda (incluídas las más pequeñas) constituyen una seria amenaza para la integridad de satélites, misiones espaciales e incluso la vida de los astronautas que estén en órbita.
Bastaría el impacto con un fragmento del tamaño de un guisante para herir mortalmente a un astronauta o para causar daños catastróficos en su nave. Una simple raspadura de la pintura de un satélite fuera de uso podría agujerear fácilmente la ventanilla de un transbordador espacial.
La mayor parte de esa chatarra se encuentra a una altura comprendida entre los 850 y los 1.000 km, mientras que los transbordadores no suelen superar alturas de 600 km y la Estación Espacial Internacional, por poner otro ejemplo, opera a unos 400 km de altitud. Pero las malas noticias indican que también las órbitas operativas, las más bajas, se están llenando a ojos vista, hasta el punto de que, si sigue la tendencia actual, los riesgos de colisión se multiplicarán por diez en los próximos doscientos años.
Lo que hace de la basura espacial un problema difícil, casi imosible, de tratar es el hecho de que su cantidad, lejos de disminuir, es cada vez mayor. Y las predicciones actuales, realizadas en su mayor parte antes de 2007, podrían quedarse cortas, según un número creciente de analistas. Ese mismo año, la destrucción intencionada de un satélite chino que amenazaba con caer a la Tierra añadió unas 2.300 nuevas piezas a la población de objetos mayores de diez centímetros. Y precisamente en las órbitas más transitadas por los satélites meteorológicos de todo el mundo.
Lo peor es que el número de fragmentos seguiría aumentando incluso en el caso de que se suspendieran de golpe todas las misiones espaciales y lanzamientos previstos. Los principales motivos son dos: por un lado, la degradación en las órbitas de los objetos más altos terminará llevando a muchos de ellos hasta las más transitadas. Por otro, las incontrolables colisiones entre fragmentos de basura ya en el espacio los romperán en trozos más pequeños, aumentando así su número y su potencial peligrosidad.
La única solución, según la mayor parte de los especialistas, sería retirar los fragmentos. para lo cual sería necesario habilitar toda una flotilla de costosísimos "basureros espaciales" que recogieran, literalmente, la basura alrededor de la Tierra. El principal problema para ello, además del presupuestario, está en decidir qué tipo de fragmentos, y dónde, sería mejor retirar primero. Y tampoco está claro el método mejor para hacerlo.
Mientras, la chatarra espacial sigue aumentando y poniendo en peligro tanto sofisticados instrumentos orbitales como la vida de las tripulaciones que con cada vez mayor frecuencia son enviadas a realizar misiones espaciales. Hace apenas unos meses, la NASA reveló que, sólo durante 2008, había sido necesario realizar cuatro maniobras de evasión diferentes para evitar impactos letales con fragmentos de chatarra espacial. Un número de maniobras que ya se ha superado durante lo que va de este año.

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