El recinto sagrado del dios griego Apolo estaba en Delfos, ciudad ubicada a las orillas del monte Parnaso y uno de los centros religiosos y culturales más importantes de la época
Su importancia fue tal que los antiguos griegos la llamaban omphalos, es decir, el centro (ombligo) del mundo.
En el templo de Apolo vivía la pitonisa, una adivina que se comunicaba con el oráculo el día siete de cada mes para después transmitir las respuestas a sus visitantes.
Según el historiador Plutarco, quien fue sacerdote en Delfos, la pitonisa entraba a la cámara del templo (adyton), se sentaba en un trípode e inhalaba los gases que emanaban de la tierra.
Tras caer en trance la mujer musitaría palabras incomprensibles que, una vez concluido el "embrujo", interpretaría.
De todas formas, las predicciones del oráculo en ocasiones podían tener un significado doble.
Los romanos saquearon y tomaron la ciudad en 191 a. C., y poco a poco el oráculo fue perdiendo importancia
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