En Australia, algo parecido a un milagro sucedió en un hospital: Un niño prematuro, que había sido dado por muerto por los médicos, vive gracias a los mimos, el calor y las tiernas palabras de su mamá.
Una madre australiana ha conseguido que su hijo prematuro, Jamie, que nació con un peso de sólo 900 gramos y fue dado por muerto por los médicos, volviese a la vida a través de caricias y palabras cariñosas. Los padres, David y Kate, han sido entrevistados en televisión, donde han hablado de la importancia de los ciudados "piel con piel".
Una mujer continuó acunando a su bebé después de que los médicos le pidiesen que le diese "el último adiós". La madre australiana ha declarado cómo, acariciando a su hijo, consiguió traerlo de nuevo a la vida, según ha publicado el diario Daily Mail.
Los médicos no le daban ninguna posibilidad de sobrevivir al pequeño Jamie Ogg, después de haber nacido tras sólo 27 semanas de gestación, con un peso de apenas 900 gramos.
La hermana melliza, Emily, había conseguido sobrevivir al parto; pero tras más de 20 minutos luchando para que Jamie respirara sin éxito, los médicos le dieron por fallecido.
Los médicos se la entregaron a sus padres, Kate y David, para que pudiesen despedirse de él y llorar su muerte. Pero tras dos horas en el regazo de su madre, hablando al pequeño, acariciándolo y abrazándolo, milagrosamente el bebé empezó a mostrar signos de vida. A continuación, después de haber recibido leche materna de su madre, el pequeño comenzó a respirar con regularidad.
Kate, que dio a luz en marzo, ha hablado de lo vitales que pueden ser los ciudados "piel-con-piel" para un bebé enfermo, o 'kangaroo touch', como es conocida en Australia. Normalmente, los bebés prematuros son enviados a cuidados intensivos y sólo le devuelven al hijo cuando creen que no va a sobrevivir.
"El doctor me preguntó después del nacimiento si habíamos elegido un nombre para nuestro hijo. Le dije: Jamie. Y se dio la vuelta y nos dijo: 'Hemos perdido a Jamie, lo siento'. Fue la peor sensación que he sentido en toda mi vida. Desenvolví a Jamie de su mantita. Estaba tan inerte... sus bracitos y piernas se caían hacia abajo" relataba la madre.
"Me retiré la bata de hospital y le hice un hueco entre mi pecho y mi brazo. No se movía en absoluto y comenzamos a hablarle. Le dijimos cuál era su nombre y que tenía una hermanita. Le dijimos las cosas que hubiésemos querido hacer con él durante toda su vida. De vez en cuando se movía como si le faltase el aire, pero los médicos dijeron que sólo eran actos reflejos", ha contado Kate.
Y añade: "Después de tan sólo cinco minutos sentí que se movía como si estuviese asustado, y entonces empezó a jadear más y más regularmente. Yo pensé: ¡Oh, Dios mío! ¿qué está pasando? Poco tiempo después abrió los ojos. Fue un milagro.
Le dije a mi madre, que estaba allí, que todavía estaba vivo. Luego tendió la mano y me agarró el dedo. Abrió los ojos y movió su cabeza de lado a lado"
Kate afirma que trató de darle la noticia al médico, insistiendo en que Jamie estaba mostrando señales de vida. Pero éste le mandó a una matrona que le explicó que sólo serían actos reflejos del pequeño, y que era imposible que aún estuviese vivo.
Entonces Kate le dio un poco de leche materna a Jamie en su dedo, la tomó y comenzó a respirar regularmente. "En ese momento el médico regresó. Se puso un estetoscopio, escuchó el pecho de Jamie y siguió moviendo la cabeza. Dijo: 'No me lo creo, no puedo creerlo'".
David afirma que "por suerte, tengo una mujer muy fuerte e inteligente. Instintivamente, hizo lo que hizo. Si ella no hubiera hecho eso, entonces probablemente Jamie no estaría vivo".
El médico que intervino en el parto de Jamie se ha negado a ser entrevistado.
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