Saturday, March 28, 2009

Canadienses defienden caza de focas

 


 

La campaña internacional contra la caza de focas, que comenzó esta semana en Canadá, está más guiada por "las emociones" que por consideraciones científicas, estiman expertos canadienses, quienes subrayan que la población de este mamífero es la mayor en 100 años.
"Detengan la cruel caza de focas en Canadá", proclama el sitio en internet de la Humane Society, junto a una foto de un hombre golpeando con una porra a una foca bebé, sobre un banco de hielo teñido de sangre escarlata.
Esta asociación estadounidense forma parte de los principales grupos de defensa de animales que, basándose en imágenes chocantes, militan a favor del boicot a los productos derivados de la caza de focas.
"Es verdad que cazar a la vista de todos, sobre un banco de hielo inmaculado, da imágenes sobrecogedoras", dijo a la AFP Joël Arseneau, alcalde de las islas de la Magdalena, un archipiélago quebequense en el golfo de Saint-Laurent, donde comienza la caza cada año.
Contrariamente a los primeros años de lucha contra la caza, las focas ya no figuran en la lista de especies amenazadas de extinción, a diferencia de las ballenas. Tanto, que grandes ONG ecologistas como Greenpeace han dejado de cuestionar la caza.
"Es sin duda la mayor población de focas desde hace unos 100 años", afirma Mike Hammill, científico encargado de la evaluación de la población de focas en el golfo de Saint-Laurent, en el Ministerio de Pesca canadiense.
Las aguas canadienses cuentan actualmente con 5,6 millones de focas de Groenlandia -la especie que constituye la mayor porción de la caza comercial- contra casi dos millones al comienzo de la década de 1970, indicó.
"La campaña internacional de lucha (contra la caza) no posee ningún fundamento científico y no está vinculada a la verdadera naturaleza del tratamiento hacia los animales", indicó recientemente la ONG Nature Québec en una carta a los eurodiputados, pidiéndoles que voten contra un proyecto que busca prohibir el comercio de los productos derivados de la foca en Europa.
Según Steven Guilbeault, ex portavoz de Greenpeace Canadá y figura emblemática de los ecologistas canadienses, "el debate no está centrado en la supervivencia de la especie sino en una perspectiva moral vinculada a la caza".
La utilización de un garrote con un clavo para matar a las focas, seguido de la sangría de los animales, son en efecto regularmente denunciados por los defensores, para quienes estas prácticas "crueles" infligen enormes sufrimientos al mamífero.
Un grupo de trabajo de veterinarios independientes aseguró en 2005 que este método "provoca la pérdida de conciencia rápida e irreversible, y luego la muerte" y "puede por lo tanto ser considerada no cruel".
Para los defensores de la caza, ésta es esencial para el equilibrio ecológico en el golfo de Saint-Laurent. "Si hay demasiados animales van a tener problemas para alimentarse, lo que tendrá una incidencia sobre su tasa de reproducción", según Hammill.
Algo denunciado por los pescadores, que creen que la drástica caída de la cantidad de bacalao se debe a la superpoblación de focas.


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