Friday, January 23, 2009

El agua se cosecha

 

La primera vez que escuché hablar del tema, confieso que pensé se trataba de un error o quizás de alguna broma ¿Cosecha de agua? ¿Qué dicen? La equivocada era yo. La cosecha de agua existe y gracias a ella cientos de pobladores de las zonas altoandinas del Perú, le están haciendo frente a las duras épocas de sequía y sacando adelante a sus familias.
A más de 3.600 metros sobre el nivel del mar está Quilinsacucho Bajo, una alejada comunidad de Bambamarca, en la provincia de Hualgayoc, Cajamarca. Hace algunas semanas estuve allí y lo primero que llamó mi atención fue la enorme reserva de agua que los pobladores cuidan como oro. Ahí, Nilton Burga Mejía, comunero de la zona, me recibió con gran amabilidad y me dijo: "Sin esto no tendríamos nada".
Nilton acaba de cumplir 26 años, pero casi 15 de ellos los ha dedicado a la agricultura. Él me cuenta que antes de empezar con la "cosecha de agua" apenas podían sobrevivir con lo que daba el campo. Los cuatro meses de lluvia al año, sólo les permitía una cosecha anual, por eso, los largos meses restantes no tenían más alternativa que dejar sus tierras y sus familias en busca de trabajo.
Pero ¿de que se trata todo esto? Siembra y Cosecha de Agua es un Programa impulsado por Ayuda en Acción, que nació precisamente para hacer frente a la escasez del recurso en las zonas altoandinas ocasionado por su mal uso y manejo, los cambios climáticos y la deforestación y tala indiscriminada de bosques.
Así, en dichas zonas se plantan especies nativas y exóticas de árboles, como alisos y pinos, que forman una especie de esponja o "colchón", pues captan y retienen gran cantidad de agua de las lluvias que luego, en las partes bajas, son "cosechadas" a través de canales y en grandes reservas que se construyen con el apoyo de las mujeres y hombres de toda la comunidad.
"De verdad que esto nos ha cambiado la vida. Antes no le dábamos importancia al tema de la reforestación, al medio ambiente ni a nada de eso... Los árboles sólo nos importaban para la leña y si no llovía no sembrábamos más ¡no sabíamos que esos árboles nos ayudarían a juntar agua y cambiarlo todo!", me comenta Nilton, quien aprendió todo eso en los talleres de capacitación. Mientras hablamos me enseña los cultivos de papa y pastos que él y su familia poseen y que están siendo regados con aguas "cosechadas"
Y en verdad si que las cosas han cambiado por aquí, pues según me cuenta doña Alejandrina Cueva, las familias están más unidas que nunca. "Antes señorita, en las épocas de sequía, mi esposo y mis hijos se iban a la costa a trabajar como peones ¡teniendo sus propias tierras! Nos teníamos que separar, pero ¿qué se podía hacer si no había agua para cultivar? Ahora ya todos estamos más unidos y trabajando duro para sacar adelante nuestras chacritas"
Gracias a estas reservas es posible utilizar eficientemente el agua, ya que además se han que incorporado sistemas de riego tecnificado que hacen posible sembrar en campos secos, donde antes era imposible. Hasta la fecha ya se han construido y puesto en funcionamiento 282 reservas en las zonas altoandinas y, en especial, en la región Cajamarca.
"Todos en la comunidad nos organizamos para limpiar y cuidar la reserva, está prohibido desperdiciar agua y eso sí, ¡ya nada de cortar los árboles por cualquier motivo! Si no nos ponemos las pilas, nunca saldremos de la pobreza", dice Nilton antes de irse para continuar con su cosecha del día.
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